12 de julho de 2018 Miguel Gutiérrez-Peláez

En marzo de 2018 tuve la oportunidad de visitar uno de los Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ETCR) de las FARC, en el que se concentra una parte importante de miembros de este grupo, el cual pasó a constituir un partido político posterior a la firma del acuerdo de paz con el gobierno colombiano en 2016.

Viajé con una delegación europea. Viajamos en avión y en bus, adentrándonos en una zona rural aproximadamente a dos horas del aeropuerto. Llegamos a un campo. Allí han organizado un emprendimiento de turismo ecológico en el que se recrea un campamento típico de las FARC, como aquellos en los que han vivido en las zonas rurales y selváticas durante las más de cinco décadas de lucha armada. Dormimos en carpas y en hamacas. Cocinamos juntos. Conversamos. Hay incluso espacio para escuchar algunas de sus canciones que hablan de lucha armada y de paz.

La visita fue la ocasión de conocer más a fondo su situación actual. Me inquietaba ubicar si había en ellos una demanda psicológica, pero nada de eso se enuncia explícitamente. Necesitar una intervención psi es visto como debilidad y las dificultades de ese orden se tramitan en la lógica misma del grupo. Si algo llama la atención en las FARC ha sido su capacidad de funcionar como grupo durante tantos años y mantener una lógica y un ejercicio de grupo ante situaciones tan adversas.

Pero el paso a la vida civil no es sin consecuencias. El debilitamiento de la lógica de subordinación, ahora que no son más un grupo militar, sino político, lleva a que pierda poder la palabra de aquel que antes ejercía la autoridad. También tiene un efecto el subsidio económico que recibe cada uno a título individual, lo cual es una novedad en una organización en la que los individuos no manejaban sus finanzas, sino que un gran Otro respondía, en la medida de lo posible, por las necesidades de cada integrante y de sus familias.

Ahora, en este nuevo escenario al que se enfrentan, la cohesión del grupo comienza a resquebrajarse, lo cual tiene efectos sin duda en el grupo (varios exguerrilleros se han ido de los ETCR, han optado por armar su vida por fuera de las FARC, o han emprendido proyectos individuales, etc.), pero también psicológicos. Hemos podido constatar cómo, cuando empieza a descomponerse la cohesión social, comienzan a aparecer síntomas a nivel individual. Lo que antes lograba su tramitación en la lógica del grupo, que siempre deja de lado aspectos de la individualidad[1], ahora queda desligado y vuelve con toda su intensidad sobre el sujeto mismo. Ahí vemos una primera señal de alarma para la salud emocional y mental de los ex miembros de este grupo armado. Intervenir, sin embargo, tiene sus dificultades.  Implica, de una manera más radical, inventar otro tipo de dispositivos que, estando bien orientados y fundamentados, intervengan con el grupo bajo una lógica distinta de la consulta individual.

La organización de las FARC en su época de lucha armada permitía un control sobre la información que recibían sus miembros. Pude conocer a guerrilleros de segunda generación, hijos de padres y madres militantes, que aprendieron a leer y a escribir en los campamentos. Ahora que han pasado a la legalidad y a la vida civil, son destinatarios también de todo lo que se transmite por los medios de comunicación. Algunos descubren, con asombro, que la percepción generalizada que tiene el pueblo colombiano de ellos no es favorable y que no los consideran militantes de sus causas. Les reprochan su barbarie, los horrores cometidos, el dolor producido. Sin el auxilio de la organización grupal que permitía, como un gran cuerpo, tramitar en conjunto las intensidades recibidas, cada cual es llevado individualmente a procesar esas nuevas percepciones. Algunos no cuentan con recursos para hacer frente a eso y la ansiedad, el temor, el aislamiento, la soledad aparecen como anticipación de los síntomas por venir. Es un riesgo que requiere de la invención de dispositivos novedosos para llevar a cabo intervenciones posibles.

Notas:

[1] Cf. Freud, Sigmund. (1921) Psicología de las Masas y Análisis del Yo. (1955) Sigmund Freud Obras Completas. Traducción directa del alemán: José L. Etcheverry. Buenos Aires: Amorrortu Editores, 1989, v. XXIII, p. 63-136.

Imagem: Molly Crabapple | Syrian Cat | Síria | 2015 | ilustração

Miguel Gutiérrez-Peláez, PhD, es director del Programa de Psicología de la Universidad del Rosario, en la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud (Bogotá, Colombia), donde dirige la revista Avances en Psicología Latinoamericana. Es miembro fundador del Centro de Estudios Psicosociales (CEPSO) y miembro del Grupo de Estudios Interdisciplinarios sobre Paz y Conflicto (JANUS) de la misma universidad. Psicólogo de la Pontificia Universidad Javeriana (PUJ, Bogotá, Colombia), es magíster en Psicoanálisis y doctor en Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA, Buenos Aires, Argentina). Psicoanalista miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP) y de la Nueva Escuela Lacaniana (NEL), es secretario para Colombia de la Asociación Mundial de Rehabilitación Psicosocial (WAPR).