9 de agosto de 2018 Miguel Gutiérrez-Peláez

 
Existe una particular disposición de la escucha del psicoanalista (la cual a veces encontramos también en diferentes terapeutas y profesionales del campo psi), que apunta a discernir los matices más oscuros y roncos del lenguaje, con el fin de encontrarse con lo singular, lo sorpresivo, contingente y emergente de la palabra del otro. El psicoanalista busca a través de su análisis personal, del estudio de la doctrina psicoanalítica y de la supervisión o control de los tratamientos que conduce, conquistar el arte de esa escucha particular. Sin embargo, la formación misma no es ninguna garantía. Tampoco se realiza de una sola manera, sino que está atravesada a su vez por lo singular del sujeto, en este caso el psicoanalista, que se ubica en el lugar del que escucha y aloja la palabra del otro.

El procedimiento para discernir eso singular que mora en las palabras del otro no puede normalizarse en ningún protocolo o sistematizarse en una intervención basada en la evidencia; no es posible sustentar su hallazgo en una entidad nosológica que desconozca al sujeto ni a la construcción de saber que se da con el otro en el ejercicio de su palabra. Es por ello que, frente al auge de los procedimientos basados en la evidencia, hemos[1] puesto en marcha un trabajo sobre las “intervenciones basadas en la experiencia” (experience-based o practice-based, en oposición al evidence-based), término que recoge todo el legado hermenéutico de la construcción de saber a través del intercambio de palabras con el otro y que, a nuestro juicio, acoge también las premisas nodales del psicoanálisis. Se construye así un saber con el otro y no del otro, siempre dirigido al encuentro con eso singular del otro. No se dirige a aquello de él que se subsume en lo general del diagnóstico, sino aquello que no podría hacer nunca parte de un conjunto mayor.

En una pequeña alocución sobre la obra del escritor inglés Lewis Carroll (1832-1898), Jacques Lacan (1901-1981) decía que Alicia había descubierto “que sólo se franquea una puerta proporcionada a su talla y [que requeriría] tomar, con el conejo apurado, la medida de la absoluta alteridad de la preocupación del pasante”.[2] Es posible afirmar sobre el análisis infantil (pero que es también aplicable para el psicoanálisis de los adultos) que implica para el niño que atraviese una puerta de su talla. En el caso del niño, no de su talla en oposición a la talla de la del adulto, sino de su talla en el sentido de tallada por él mismo: “una puerta que él mismo se talla, con las herramientas que ha recibido y con aquellas otras de las que se ha dotado, en la trama de los discursos que tejen su historia. Lo que hay al otro lado de esa puerta, no nos lo dice la historia, ya que aún faltará franquearla”.[3] A ello apunta la importancia de sostener, ante el empuje de los tratamientos basados en la evidencia propios del impulso a la estandarización del discurso de la época, las “intervenciones basadas en la experiencia” y el tipo de saber que se construye a través de su ejercicio para rescatar al sujeto que enuncia las palabras que escuchamos.  Nuestro trabajo de escucha, y los tratamientos que conducimos, apuntan a acompañar al otro en la construcción y atravesamiento de su propia puerta, esa que no podría nunca producirse en serie y que no hará nunca parte de un ejercicio de estandarización. En ello radica la complejidad de nuestro desafío y el rigor de nuestra práctica.

 
Notas:

[1] Junto con el profesor Emilio Herrera Pardo, catedrático de la Universidad del Rosario y estudiante del Doctorado en Educación de la Universidad de los Andes. Disponible en: <https://www.researchgate.net/project/Experience-based-clinical-interventions>.
[2] Cf. Lacan, Jacques. Homenaje a Lewis Carroll (pronunciado el 31 diciembre de 1966). Las Nubes, Barcelona, n. 15. Disponible en: <http://www.ub.edu/las_nubes/archivo/15/nubesyclaros/textos/lacan.html>.
[3] Roy, Daniel. Lacan y el Niño. En: Coccoz, Vilma (Comp.). La Práctica Lacaniana en Instituciones I: Otra Manera de Trabajar con Niños y Jóvenes. Buenos Aires: Grama, 2014, p. 23.

 
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Miguel Gutiérrez-Peláez, PhD, es director del Programa de Psicología de la Universidad del Rosario, en la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud (Bogotá, Colombia), donde dirige la revista Avances en Psicología Latinoamericana. Es miembro fundador del Centro de Estudios Psicosociales (CEPSO) y miembro del Grupo de Estudios Interdisciplinarios sobre Paz y Conflicto (JANUS) de la misma universidad. Psicólogo de la Pontificia Universidad Javeriana (PUJ, Bogotá, Colombia), es magíster en Psicoanálisis y doctor en Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA, Buenos Aires, Argentina). Psicoanalista miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP) y de la Nueva Escuela Lacaniana (NEL), es secretario para Colombia de la Asociación Mundial de Rehabilitación Psicosocial (WAPR).